Una novela que arde entre la historia y el deseo.
Por
Cristóbal Valdés Miranda

Nací en La Habana, Cuba, en el seno de una familia marcada con alma artística y el pensamiento crítico. A una edad temprana, mis padres y yo emigramos a los Estados Unidos, donde la experiencia del exilio moldeó mi visión del mundo y mis primeros pasos. Más tarde, decidí continuar mis estudios universitarios en Puerto Rico, una isla en la que eché raíces académicas y personales que me han acompañado hasta hoy.

Mi carrera profesional siempre estuvo ligada al mundo de los negocios, donde me he desempeñado con compromiso y éxito. Sin embargo, es en la escritura donde he encontrado mi verdadera vocación, una herencia directa de mi madre, la mundialmente reconocida compositora Concha Valdés Miranda. De ella heredé la musicalidad de las palabras y la pasión por narrar lo humano. De mi padre, el doctor en Derecho Federico Marín, adquirí el sentido de la justicia, la lógica del pensamiento y el valor de la introspección.
 

Soy autor de numerosas composiciones, cuentos cortos y poesías, pero esta es mi primera novela, nacida no de aulas convencionales, sino de la maestría que brinda la escuela de la vida. Me proclamo sin reservas como un romántico empedernido, y en cada una de mis letras plasmo vivencias de amores, desamores y aventuras que he recogido a lo largo de mis viajes por tierras lejanas.
 

Así nace Anita y el Maharajá, una novela romántica y dramática donde convergen las pasiones humanas, los dilemas morales y las tensiones sociales. A través de sus páginas, doy vida a un sinfín de temas que, tanto ayer como hoy, siguen siendo tan vigentes como universales. Porque el amor, la libertad, el poder y el deseo no conocen de épocas; solo de corazones capaces de sentirlos.